Winston Morales Chavarro

De La dulce Aniquirona
Trilce Editores, 1998




I


Y estoy buscando las voces del camino
para traducirlas
seguro llevarán tu nombre
he aprendido a interpretar la voz del viento
esa misma que arrulla las hojas entreabiertas
de tu árbol.

¡Aniquirona, Aniquirona!
Te llama el río
y en las gotas frenéticas del aire
va tu aliento prendido a las veletas.

Al cuenco de mis manos
llega impetuoso el sol
con el oro y el trigo de tu cima
¿Debo ascender al principio del lenguaje?

Allí narran las gaviotas
los días difíciles del cielo
el trasbordo misterioso de las nubes
¿Debo traducir el idioma musical de sinsontes y de mirlos
para conocerte?

He de cuestionarme
mujer de largos sueños
e inexplicables trances
cuál es el país al que me invitas?

Apenas sé cómo te llamas
me lo ha contado el río
y sé que Aniquirona
es el umbral de otros caminos.


Título: Sin título
Autor: Orlando Arias Morales
Técnica: Oleo sobre lienzo
Dimensión: 100 x 81 cms.


II




Toda vez que me aproximo a Schuaima
la muerte posee la voz
de múltiples aves
el aire azul revolotea de fibra en fibra
mientras las piedras
juegan a pronunciar sus palabras menos comunes
y las hojas saben de antemano
que soy nuevo en este sitio.

Aniquirona
hay un yo que me detiene
que se esmera en el regreso.

A veces pienso
que ese habitante
joven entre los viejos
ama las mismas cosas
la obscura puerta de las posibilidades
la famosa casualidad de las instancias.

¿A dónde van todas esas voces
que me conducen a tu reino?
Sigo las hojas que corretean presurosas
sigo la lluvia y su música húmeda
sigo los pájaros y sus ondas
hay una aproximación entre el lenguaje de los árboles
y el mío.

Sólo así puedo acercarme
sólo así sé que existo
y que el camino no es camino
sino va cargado de palabras y de voces.

Estoy en Schuaima
he llegado con la brisa
sólo su silencio musical me satisface
Aniquirona:
¡Hablemos de poesía!



III



Aniquirona
cuando bajo las escaleras de la casa
pienso que esta es otra forma de llegar a Schuaima
-el reino del gran más allá-
puede que descender
sea otra forma de ascenso.

Allí
al otro lado de este día
está el tren que debe transportarnos.

Llueve,
llueve
minutos
la carretera adversa,
va el camino
contragolpeando este chasquido de paisajes.

Por la ventana
el puente de los árboles
una puerta
un árbol de pájaros azules
el río de los caracoles
todo se aglutina en torno nuestro
sólo el tren va por el camino
y con él
el canto distante de los rieles
la música de la calle
la voz continua de la lluvia
una luz lejana que me llama.

¡Silencio, silencio!
Voy prendido al viento
floto
y me doy cuenta
que la muerte es música
y a la muerte hay que escucharla
con los oídos despiertos.






IV





Hechicera hecha de luz
De conchas y corales submarinos
¿Debo hacerme agua
para sustraer cualquier substancia delatora?

Pendulo
Entre los golfos de tus manos
Y la sombra imprecisa de tu árbol
Muero
Y me hago un ente tridimensional
Para tus ojos
Tú sabes que allí
En la ingravidez sonora de tu río
Mis pálpitos
Se hacen notas musicales
Que convergen con la corriente sudorosa de
Tu bosque.














V


¿Qué hacía yo
en medio de esa gente?
¿De ese pueblo a obscuras?
¿Por qué me llamaban al oído esas palabras?
Deja la luz a medias
no hay necesidad que te desvistas.

Amarnos así
sin tocarnos
sin miramientos
amarnos sin ni siquiera vernos
con la luz baja
sin mirar culpas ni querellas.

Allí te amo
como tú lo propusiste
sin ni siquiera desnudarnos
sin escuchar tu respiración
sin escuchar la mía.

¿Por qué al salir del cuarto obscuro
corría esa brisa redentora?

Las ágoras estaban pobladas de caras sonrientes
no reconocí a nadie
pero la brisa seguía llegando
y la luz de un sol lejano
no encandilaba aquel camino.

1 comentario:

Jeannette Vidoni dijo...

La Dulce Aniquirona
Poesía maravillosa de gran poeta colombiano Winston Morales Chavarro
Un ser encantador en los sueños del poeta.
Aniquirona nació en su corazón y crece con cada verso, hermoso y erótico.
Su protector de su reino SCHUAIMA.

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