Beatriz Vanegas Athías

EN LA PUERTA

Cuando abres la puerta de tu casa,
Es posible que halles la síntesis de tu vida.
Es todo un evento desplegar la puerta.
Aunque pasen los años y el hastío apolille
Tus sueños de aventura, allí, en la puerta,
Encontrarás las piezas
Para completar el rompecabezas de tu ser.
Hallarás la alegría en la carta
Que te anuncia el fin de la ausencia.
La desazón y las sin salidas
En los recibos incalculables.
El aburrimiento en la visita indeseada.
La ilusión en la invitación anhelada.
La zozobra en los golpes a la medianoche.
Abres la puerta para salir de la jaula.
Cierras la puerta para proteger el amor
Y desbordar la ternura.
Al pie de la puerta añoras a quien se fue.
Al pie de la puerta ocurre el regreso.
La tarde entra por ella
Y el alba y su soledad también.
Es todo un evento desplegar la puerta,
Aunque pasen los años y el hastío apolille
Tus sueños de aventura, allí, en la puerta,
Encontrarás las piezas
Para completar el rompecabezas de tu ser.



MEMORIA DEL REGRESO

Habitas el día como leona encarcelada.
No hay parque, poema, bar o conversación
Que apacigüe al ejército de hormigas
Que marcha por tu sangre.
La tarde es una sentencia a muerte.
La ventana un altar
ante el cual suplicas el milagro.
Cuando la noche llega y quien esperas no,
Sucumbes a la ira
y las paredes y los fetiches
soportan tu rabia.
Cuando la noche llega y quien esperas no,
desciendes por el agujero de la inquietud
hasta caer en un sueño turbio y expectante…
Hasta que unos golpes a la madrugada
Te anuncian ésa sonrisa, ésos ojos,
Unos brazos que se abren
Y ante los que no tienes más remedio
Que desbordar una buena bienvenida.



EN EL PASILLO

En el pasillo ocurre el azulejo: ojo azul que
Parpadea
Feliz ante el hallazgo del grano de azúcar.
Ocurre el aroma mensual del lirio color
Ladrillo.
En el pasillo ocurre el rebote del balón
Que suspende la siesta.
Ocurre la impaciencia por recoger la ropa
Seca
Que la lluvia amenaza con empapar y la
Carrera
Hacia la cocina para intentar salvar la leche
Que ya no es de este mundo.
En el pasillo ocurre la hamaca: balanceante
Paraíso
Para el encuentro con Sabines y Alejandra.
Y ocurre la noche: cuando el mirto
Emborracha al aire
Y los bonches son estrellas rojas
Que encienden el cielo verde del jardín.
Y ocurre también, ni más faltaba,
El despiadado dolor de tu ausencia.



MEMORIA DEL TRASTEO

Cada vez que sucede el trasteo
Coleccionas un incendio en tu vida.
Nada queda:
Sólo una galería de recuerdos enfermos
Que no tuvieron tiempo de sanar.
Cansancios que no alcanzaron a descansar.
Amores mal hechos, comedor sin calor.
Habitación decorada a medias.
Intentos de biblioteca, cocina sin olor propio.
Puerta en la que no encontraste
Las piezas para completar
El rompecabezas de tu ser.
Nada queda:
Ventanas anhelantes y bocina desesperada
Que anuncia tu única compañía:
El viento de la carretera
Azotando sin pudor tu desarraigada mirada.



TODO LO QUE QUIERO ES UN BALCÓN PROPIO

Un balcón propio
Con persianas de madera
Y cortinas fragantes
Para ver a las mujeres lindas
Pasear su tristeza maquillada
Y a las mujeres feas
Conformes con su andar
Y amargadas con su sal.
Un balcón con persianas de madera
Para ver a los hombres cansados
Con el peso del amor inexpresado.
Un balcón propio
Para ver la mecedora balancearse en la luna
Y las redes aferrarse al azulejo
Y al asesino pasear con los bolsillos
Plenos de dinero adolorido.
Todo lo que quiero es un balcón propio
Para descorrer la lluvia
Y encarcelar al aire
Y acariciar la gota que se amañó
En la hoja del almendro
Y soportar a distancia
La lucha del hombre con el ancla;
Y sonreir con la dejadez
Del que sólo espera la noche y el bocado.
Y una tarde sin premura
Tomar tu dulce mano pequeña
Tocar como ciega tus ojos punzantes
Saborear tu sonrisa confiable
Y dibujarle a la noche
Los colores del escándalo.


RASTRO DE ANDREA GARCÍA

Es su cuerpo flaco un hilillo a punto de
Romperse.
Es su cuerpo frágil un homenaje al
Desamparo.
Tuvo siete hijos para cumplirle a la vida
La aplastante ley de la ingratitud:
Los vistió, alimentó, alcahueteó, castigó,
Maltrató y esperó
Para luego verlos ir de su lado
Con resignada plenitud.
Hoy la acompaña el abandono,
El Santo Rosario, los cigarrillos Piel Roja,
La caridad de los vecinos y unos nietos
Que no ven la hora que ése hilillo frágil
Llamado Andrea García,
Se rompa para siempre.




RASTROS DEL HORROR

3
La ignominia en camioneta
Custodiando al alba muerta
Y al medio día de corazones achicharrados
Y a la noche de hogares clausurados.

El servilismo enmancornado con la desidia.
La madre que reconstruye
A punta de camándula
La esperanza del regreso.
La tambora silenciada
Aguardando al pueblo encarcelado.

La boca que busca al plato
El plato inalcanzable
La eterna hambre de siempre.



4
Aquí estuvieron dos meses,
Con ellos compartieron
Desde el tinto aliviador
Hasta los hijos luminosos.
Desde la noche culebrera
Hasta el amanecer sin sol
Y también la hamaca bondadosa.

Un día se fueron.
Una madrugada regresaron
Porque suponían que esa generosidad
No era exclusiva para ellos.

La tarde del día que volvieron
Fue una tarde arrogante
Y el crepúsculo conejero
Ayudó a un mayor desamparo
Regando su esplendor púrpura
Sobre los matorrales.

Y no fue con bala. No lo merecían:
La mano que un día quebró cimientos
Y edificó hogares fue la encargada.

Entonces pasaron adelante
Acomodaron el rostro sobre la piedra:
Una mano sostenía, otra asestaba.
Luego fueron los golpes secos de la mona:
Veintisiete exactos golpes
Sobre la piedra que mató a Chengue.



Poemas tomados del libro LOS LUGARES COMUNES

No hay comentarios:

  ©Template by Dicas Blogger.